Luis Buñuel en México

De: Fernando Alarriba

Luis Buñuel es sin lugar a dudas un referente obligado en la cinematografía mundial. Hoy que el cine mexicano nuevamente se posiciona internacionalmente como un referente de calidad y seriedad artística, hacer una revisión de la obra que el genio de Calanda realizó en nuestro país es algo que nos permitirá entender las verdaderas dimensiones de su tarea. Durante la etapa de mayor esplendor del mexicano, la época de Oro (1939-1945) la industria nacional se posicionó en el extranjero  por cintas que exponían una visión costumbrista, melodramática e idílica de la realidad nacional. 

Viridiana 1961

Lejos de ser una opción fuerte, un plan de vida previamente diseñado, la llegada de Buñuel a México en 1946 tuvo el carácter de un salvavidas: ya no era el joven visionario que junto a Salvador Dalí había conmocionado al mundo con las visones surrealistas de Un perro Andaluz (1928) y La Edad de Oro (1931). No logrando encontrar oportunidades en España decide probar suerte en Hollywood para darse cuenta de que ni su gran conocimiento técnico del cine, ni mucho menos su fértil visión artística serían capaces de dar frutos en la tierra de las oportunidades a él y a la familia que comenzaba a formar.   

Los Olvidados 1950

Accidente o destino, Buñuel llegó a México para quedarse. De las 36 películas que forman el total de su obra fílmica, 21 fueron realizadas en el país que llegaría a ser su segunda cuna. Desde las llamadas “películas alimentarias” como Gran Casino, El gran Calavera, La hija del engaño, La joven;  hasta obras mayores como Los Olvidados, Nazarín, Viridiana, El Ángel Exterminador, Simón del Desierto o Él; sus películas mexicanas tenían, en sus propias palabras, una fuerza que jamás habrían conseguido de ser filmadas en España o Francia. Y es que a falta de presupuestos, y con un medio social e ideológico muy desfavorable, la obra mexicana de Buñuel nos invita a explorar y aprender de una visión que fue capaz de superar todo tipo de limitaciones sin comprometer jamás su moral personal y así convertirse en uno de los directores más grandes del séptimo arte y un referente obligado para el cine nacional. 

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