lunes, 25 de abril de 2011

El ascenso del Dragón: Cine Asiático


Por: Fernando Alarriba

Desde las pasadas olimpiadas de Beijing 2008, llegó  un clamor que llevaba por lo menos cuarenta años gestándose. Movimiento sigiloso, constante y extremadamente sugestivo; con aire de revolución, olía también a rareza, a reliquia. Desde fuertes economías capaces de competir con los mercados mundiales más poderosos, pasando por la exposición, adaptación (y en algunas ocasiones, degeneración) de profundos sistemas médicos, filosóficos y religiosos, hasta el uso y creación de tecnología revolucionaria, el mundo asiático ha ido empapando paulatinamente a occidente. A nivel masivo, más allá de la presentación súbita, explosiva y bañada de euforia surgida del movimiento psicodélico de los años sesentas, la primera muestra completa del mundo oriental llegó a nosotros en manos del que fue el arte por excelencia del siglo pasado: el cine.

El Tigre y el Dragón
Hoy, se habla abiertamente de coproducciones entre Estados Unidos, países europeos y los principales exponentes del cine asiático: China, Japón y Corea del Sur; las cuáles cuentan con míticos actores de Hollywood como Robert De Niro Y Gary Oldman. Así mismo, enormes épicas como Mongol, revelan claramente las dimensiones que esta industria ha logrado alcanzar en cuanto a presupuestos y ganancias. En apariencia, películas como El tigre y el dragón, Ringu, o las cintas de acción de Jackie Chan y Jet Li han sido los parte aguas para que el cine asiático sea relevante en las carteleras de todo el mundo. Nada más lejano a la realidad.

Ni el poder económico, ni los recientes éxitos comerciales nacidos de rimbombantes producciones multinacionales han sido las raíces del ascenso del dragón: obras arriesgadas, marcadas por intensos juegos narrativos, complejas tramas, personajes exuberantes, estéticas siempre propositivas, temáticas que atrapan, perturban, conmueven, divierten y generan profunda reflexión son solo algunos de los elementos que han convertido al cine oriental en algo profundamente influyente y digno de ser considerado como la actual vanguardia del séptimo arte.

Spring, Summer, Fall, Winter... and Spring
Durante los años cincuentas y sesentas, se dio en el cine asiático la exposición de usos, costumbres y tradiciones. La misión era expresar las emociones con enorme intensidad, incluso con exageración; ser fieles a una estética casi sagrada que habla del enorme arraigo cultural de estos pueblos. La intensidad y fuerza en las tramas, productos de su historia nacional marcada por la violencia y constantes guerras; la paz, armonía y respeto que nace de una identidad religiosa en la que el hombre es solo parte dentro un conjunto más grande.

Dos décadas después, viene el desbordamiento a través del deliro, de la imaginación desenfrenada, de monstruos, naves espaciales, actuaciones que rebasan el expresionismo y se vuelven risibles: el cine de ciencia ficción y terror muestran la inmensa creatividad y la temeridad para llevar acabo cualquier idea. Al mismo tiempo, el cine de artes marciales a través de su mística, acción y peligro reinventa el western, pero aquí las ráfagas las desprende el cuerpo.

El Viaje de Chihiro
En apariencia, para finales de los ochenta, la industria oriental está acabada, pero el fenómeno del animé toma todos los elementos anteriores y los lleva a un grado de síntesis y perfección que probablemente los recursos cinematográficos no podrían haber logrado por sí solo en ese momento. Sin embargo, lo que antes fue veneno es transformado en medicina: el patetismo y exageración en las emociones se vuelve elemento imprescindible, la violencia continúa siendo fundamental; y el sexo, que generalmente aparecía como alusión o simple broma, es ahora un elemento de la condición humana que vale la pena exaltar.

Oldboy
De esas raíces, el árbol ha crecido hasta convertirse en algo múltiple, extravagante, seductor y tremendamente influyente; solo basta ver que algunos de los grandes maestros del cine contemporáneo, como Martín Scorsese y en especial Quentin Tarantino hayan partido del trabajo de los maestros orientales para algunas de sus mejores películas. La violencia, el carácter exagerado, subversivo e imaginativo del cine asiático pueden ser su sello más fácil de captar.

Heroe
Pero existe otra faceta, más pausada, reflexiva y poética, que igualmente ha sido parida en el extremo asiático: en ésta, los personajes emprenden viajes de autodescubrimiento que los llevan de bellos pero efímeros momentos de realización, a exploraciones destructivas nacidas del tedio, el vacío, la incomprensión y alienación productos de las sociedades superpobladas, paranoicas y consumistas del extremo oriente. Aquí la narrativa es ciertamente lenta, pero cada elemento captado parece poseer un significado mucho mayor; la intensión, parece ser reencontrar y exaltar los valores más esenciales del hombre, los nexos que lo unen al todo.

Más allá de estas consideraciones, el hecho es que el auge del cine asiático es sin duda un canal importantísimo de diálogo y reconocimiento en el fascinante mundo globalizado que hoy tenemos: es una ventana para conocer y explorar un universo fascinante, complejo; portador de enorme belleza, imaginación, y una profunda y reflexiva visión de los aspectos más esenciales de la condición humana. La mirada oriental bien puede ser la pieza clave del rompecabezas para descifrar la trayectoria del tiempo que vivimos. Sería un riesgo hacer un análisis puntual  de las pocas obras de cine asiático que han llegado hasta mí para describir

Breve filmografía sugerida:

Ishiro Honda: Gojira (godzilla)
Bruce Lee: Operación Dragón (Director Robert Clouse)
Akira Kurosawa: Yojimbo, Rashomon, Ran, Los sueños, Kagemusha.
Takeshi Miike: Ichi the killer, Dead or alive 1 y 2, Audition, Gozu.
Takeshi Kitano: Muñecas.
Kim Ki-Duk: Las estaciones de la vida, La isla, El guardacostas, 3-iron.
Wong Kar-wai: Chungking Express, Deseando amar, Happy Together.
Nigasa Oshima: El imperio de los sentidos, El imperio de la pasión.
Chan-Wook Park: Old boy. Bakjwi
Zhang Yang: El baño.
Pen-ek Ratanaguang: La última vida en el universo.
Shohei Imamura: La balada de Narayama, La anguila.
Hou Hsiao- Hsien: Tiempos de amor, juventud y libertad.
Hayao Miyazaki: El viaje de Chihiro, El increíble castillo Vagabundo, Ponyo en el acantilado
Apichatpong Weerasethakul: El tío Boonmee que se acuerda de sus vidas anteriores

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